Ofelia y Diego son padres de dos niños y una niña. Llevaban mucho tiempo en búsqueda de una segunda residencia para pasar los veranos en familia y juntarse también con sus respectivas madres, las abuelas de los críos. Surgió finalmente la oportunidad de adquirir una vivienda en el casco histórico de Baiona, donde venían veraneando desde hace ya unos cuantos años. La propiedad se componía, en esencia, de una antigua vivienda entre medianeras y una finca en la parte posterior que conectaba con una calle contigua.

El foco del proyecto se ha centrado en dar respuesta a un programa habitacional bastante amplio para una casa cuya planta baja está semienterrada con luces tan solo hacia la fachada principal y una parte superior, estrecha y alargada, de apenas cinco metros de crujía. Nuestro principal esfuerzo ha consistido en dotar a todos los espacios, en la medida de lo posible, de la mayor amplitud posible, así como de luz natural. De hecho, la estructura de la cubierta ha quedado vista en la mayoría de las estancias para reforzar esa idea de amplitud y facilitar al máximo la entrada de luz.

La vivienda llevaba abandonaba varios años y ha requerido de un minucioso  esfuerzo para recuperar la mayoría de sus muros de piedra, al igual que una intensa reparación del balcón que discurre a todo lo ancho de la fachada principal. Igualmente, se procedió a una excavación bastante compleja en la planta baja para poder utilizarla en su totalidad

Así mismo, la utilización de la madera como elemento estructural ha permitido adaptarse a la multitud de contingencias geométricas y constructivas, en particular, a la unión de una cubierta a dos aguas y la zona del salón, a cuatro aguas. 

Ahora, pronto invadirán toda la casa los limones del patio trasero, si no, al tiempo…

Fotografía: Mon Osaka