Tras varias noticias, anunciando que ya se están imponiendo sanciones por no haber realizado correctamente el certificado energético de las viviendas, nos proponemos explicar sucintamente el significado de dicho trámite.

El certificado de eficiencia energética es un documento realizado por un técnico en base a la toma de datos a nivel visual de una vivienda o local. En él se refleja el nivel de eficiencia energética a través de un código de colores asociados a una letra, siendo la A, verde, la más eficiente, y la G, roja, la menos eficiente. El ministerio de Fomento proporciona un programa de “cálculo”, el CE3X que, tras la introducción de los datos tomados por el técnico, genera el certificado que se entrega al propietario.

El dato que hace que la etiqueta indique un color u otro, resultando entonces más o menos eficiente, es el de las emisiones de gas CO2. Esto depende fundamentalmente de dos factores, el tipo de instalación de producción de agua caliente y calefacción, si las hubiere, y del grado de aislamiento que tenga la vivienda o local.

La redacción del certificado energético, debe ir acompañado de la toma de datos necesarios para introducirlos en el programa de cálculo. Por eso es imprescindible que el técnico realice una visita al inmueble para medirlo y calcular así la superficie útil, la superficie de fachadas y su orientación, fundamental para introducir los patrones de sombra en el programa, así como dimensión de las ventanas, permeabilidad de las ventanas, material y acristalamiento. Además se toma el dato del tipo de instalación de producción de agua caliente y calefacción, si lo hubiere. En el caso de locales, se tiene en cuenta además el tipo de iluminación.

Un dato que es imposible conocer a través de una inspección visual es el aislamiento de la fachada, dado que está oculto, y sólo se podría ver a través de catas, es decir, rompiendo. Para evitar este inconveniente al propietario, el programa de cálculo permite considerar el nivel de aislamiento en función del año de realización del proyecto del edificio, ya que sirve para saber qué normativa de condiciones térmicas, y por tanto de aislamiento, se exigía en ese momento. En España, hasta la fecha, existen dos normativas al respecto, la NBE CT de 1979 y el CTE de 2006, actualizado en 2013. Esto implica que el programa, al introducir el dato del año de construcción, por defecto considera los aislamientos térmicos que exige cada una de estas normativas, y si es anterior a 1979 considera que no tiene ninguno.

Tras un año en vigor de la exigencia de emitir un certificado energético de todos aquellos inmuebles existentes que se vendan o alquilen, se ha extraído el dato de que el 40% de las viviendas examinadas obtienen una calificación de F o G, es decir, las más bajas y siendo la mayoría, el 45%, letra E. En el caso de Santiago de Compostela este dato es aún más acusado dado que el parque inmobiliario está muy envejecido. Sirva como referencia que una de las zonas más nuevas de la cuidad es Santa Marta y está en base a la normativa de NBE CT de 1979  por ser el proyecto de antes de 2006. Incluso como dato significativo, los piso nuevos ejecutados en base al CTE son, en un 72 % letra E o D, ya que para obtener A, B o C sería necesaria la instalación de calderas de biomasa porque no emiten gases CO2, y resultaría muy costoso y complicado hacerlo en un edificio de vivienda colectiva.

En domohomo arquitectos hemos detectado entre los propietarios la falta de información que existe en torno al certificado de eficiencia energética por lo que cualquier duda que tengan al respecto pueden dirigirse a nosotros y aclarar todo aquello que estimen necesario. Es importante para el Estado conocer y evaluar en que condiciones está la vivienda en nuestro país, pero es más importante que los propietarios entiendan lo que significa y de que manera pueden mejorar la eficiencia, con el ahorro económico que implica. Y eso no depende solo de un color o una letra.